Antes de escribirte hoy, estaba justo pensando en esto.
He estado «dando una vuelta» por las redes sociales y he empezado a preguntarme si no estaremos obsesionados con mostrarle al mundo lo felicísimos que somos y los grandes éxitos que hemos conseguido, sin contar el lado difícil de las cosas.
Siempre que me planteo esto, pienso en una imagen, que circula mucho por las mismas redes: un iceberg cortado por la mitad.
La mitad de arriba es el pico del iceberg que llega a lo alto del cielo.
La otra mitad, es la parte de abajo del iceberg, está dentro del agua y no se ve a los ojos de los demás.
Esta imagen suele utilizarse como símil de lo que se ve y lo que no en el camino del éxito.
Con ella se muestra que lo visible, lo que está por encima del agua, es lo que ve todo el mundo: el éxito en sí.
En la parte de debajo del agua está el sacrificio, los errores, las caídas… que han formado también parte de ese éxito.
En resumen, la gente solo suele ver lo que que ha conseguido alguien, pero no lo que ha luchado por conseguirlo.
Dirás, «Diego ¿y esto qué tiene que ver esto que me estás contando con mi negocio canino?».
Muy sencillo.
En muchos casos no hacemos más que alimentar nuestro ego, olvidando lo complicado de las cosas, que también están presentes en nuestras vidas y forjan nuestra personalidad, el desarrollo de cada una de nuestras acciones, nuestro trabajo…
Y todo esto, me ha llevado a la pregunta con la que empezaba este email:
El ego, ¿ángel o demonio?
El ego tiene que existir y en exceso, como todo en la vida, es perjudicial.
Hace unos meses leí una frase que me llamó la atención y anoté en mi libreta de «cosas para recordar». Además viene muy al caso: «está en la naturaleza del ego tomar y en la naturaleza del espíritu compartir«.
Esto es justo lo que deberíamos conseguir.
Tenemos que encontrar el punto de equilibrio entre el ego y la naturaleza de nuestro espíritu, del sentido que le damos a cada acción que hacemos, bien en nuestra vida, bien en nuestro negocio canino.
El ego en sí mismo no es malo. De hecho, está presente en las personas talentosas y enamoradas de lo que hacen.
Este tipo de personas exigen y se exigen y, para ellas, la motivación es muy importante.
Para sentirse realizadas necesitan que se les reconozcan sus logros.
Seamos sinceros, a todos nos gusta que nos digan lo buenos que somos en el trabajo, con los amigos o con la familia.
Pero… ¿Qué pasa si nos excedemos en decirnos cada día lo buenos que somos en todo?
Probablemente, acabaremos creyendo que somos superiores a los demás; los miraremos por encima del hombro; y seremos incapaces de aceptar los fracasos, que son también parte de la vida, y no encontraremos el desarrollo personal.
El ego forma parte de nosotros y no podemos negarlo, pero sí tenerlo bajo control.
Como siempre, el equilibro es la clave.
En ocasiones el ego nos incapacita para pedir ayuda.
Nos hace huraños y desconfiados. Pensamos que lo sabemos todo o que todo lo malo que nos sucede es por las casualidades.
Si te sientes así, rómpelo pronto.
No está en la naturaleza del ser humano poder con todo.
Quienes más avanzan son quienes son conscientes de sus talentos y los explotan al máximo y también de sus debilidades y las comparten al máximo.
¿Quieres que te ayudemos a potenciar las áreas que necesites para construir un verdadero proyecto que cumpla tus objetivos?